La industria textil, la segunda más contaminante sólo superada por el petróleo.





La fast fashion y el impacto de la industria textil en las aguas de los países productores:

Actualmente, la globalización es un factor importante que impulsó cambios en sectores como por ejemplo en la industria textil. Esta industria cambio su cadena de suministro, descentralizando su fabricación localizándose en países con bajos salarios de mano de obra y con puertos estratégicos que permitan la comercialización a bajo costo y con mayor rapidez, así logrando aumentar las ganancias. Por ello, es común ver que la mayoría de las prendas que se venden alrededor del mundo tienen la famosa etiqueta “Made in China”. 

Compramos cuatro veces más ropa que en la década de los 90 y cada español tira, de media, siete kilos de producto textil al año. Dos décadas en las que la industria textil ha experimentado un crecimiento sin precedentes convirtiéndose, no solo en un negocio muy rentable, sino también en el segundo sector más contaminante del mundo. Emplea más de 100.000 químicos sintéticos, el 70% de sus desechos industriales va a parar al agua y se estima que el 20% de los tóxicos que se vierten en ríos y océanos proviene de esta industria. Analizamos el coste real del fast fashion.

Pocas industrias han experimentado un crecimiento tan rápido y radical como la textil. Se ha pasado de producir dos grandes temporadas de moda al año (otoño/invierno y primavera/verano) a renovar las prendas dos veces a la semana. Es decir, las dos colecciones tradicionales se han convertido en, más o menos, 104 mini colecciones. Un auge que se traduce en un consumo global de 80.000 millones de prendas al año. Pero ¿qué hay detrás de este fenómeno? El concepto de fast fashion y un coste medioambiental que ya sitúa a la industria textil como la segunda más contaminante del mundo.

Mientras que la industria textil hace uso de más de 100.000 químicos sintéticos, el 70% de los desechos industriales que produce van a parar al agua. Se estima que el 20% de los tóxicos que se vierten en ríos y océanos proviene de esta industria. Estas son algunas de las cifras que hacen que la moda solo tenga un adversario en lo que a contaminación se refiere: la industria petrolera. Una medalla de plata que encierra gravísimas consecuencias negativas para el planeta y para nuestra salud.

(Ácido fórmico en la industria textil)


La contaminación derivada de la industria textil afecta a todo el planeta por sus devastadoras consecuencias, Asia y, en concreto, la región del Sudeste son las zonas más castigadas. El reclamo de nuevas prendas casi a diario ha provocado la deslocalización de las fábricas, viajando de sus lugares de origen hacia países con mano de obra barata y legislaciones mucho más flexibles que ponen en tela de juicio las condiciones laborales permitidas.


India, Camboya, Laos, China o Vietnam albergan en sus territorios enormes naves que producen miles de toneladas de ropa al día. Muchos de sus paisajes han sufrido un cambio radical y algunos ríos se han teñido de rosa, verde o azul. El agua ha dejado de cumplir su propiedad de translúcida por culpa de los vertidos de los pigmentos del tinte. La contaminación del agua de los ríos se produce a lo largo de toda la cadena de producción haciendo aún más difícil su solución, pero se estima que el proceso de tintado y acabado de las prendas es el culpable el 80% de la contaminación.

Según el informe de la Organización Mundial del Comercio, el continente asiático representó un 59,2% de la producción mundial de ropa el 2019. Específicamente, el país de China se coloca como el primer país exportador de ropa con $158B, seguido por Bangladesh con $33B, Vietnam con $28B y la India con $17B. (Howmuch.net, 2020)

A consecuencia del aumento de fábricas en estos países, los impactos negativos crecieron proporcionalmente. La población de estos países se encuentra enfrentando problemas como la contaminación de sus aguas, aire y explotación de recursos. Según fuentes oficiales del Ministerio de Protección Ambiental, en el 2015 la industria textil China fue la tercera fuente de aguas residuales, vertiendo alrededor de 1,840 billones de toneladas de aguas residuales al medio ambiente.

Por ejemplo, de acuerdo con un reporte de la CNN, los países de China, Bangladesh y la India presentan ríos completamente negros debido a la contaminación de las industrias en las ciudades. El principal problema es el desecho de aguas residuales de fábricas textiles sin tratamiento, las cuales terminan en los ríos llenos de químicos cancerígenos, tintes y metales pesados que contaminan el agua para el consumo humano. 

Como caso particular es el río Citarum, ubicado en Indonesia y conocido como el río más contaminante del mundo. Según un reporte elaborado por DW, alrededor del río se encuentran 500 fábricas textiles que vierten diariamente sus aguas residuales al rio. El equipo de “Green Warrios” no solo analizaron el agua del rio, sino también el arroz cultivado y cabello de niños, cuyos resultados fueron alarmantes. Como consecuencia de la gran cantidad de químicos nocivos encontrados como sulfato, las cifras de mortalidad de niños menores a 5 años llegan a 147 mil por año.

(Río Citarum: el río más contaminado del mundo, Indonesia)


A través de investigaciones documentales y entrevistas con los distribuidores de  ropa  se  pudo  conocer  los vínculos  que  existen entre las marcas europeas y norteamericanas y muchas de las fábricas contaminantes analizadas. Se contactó con más de  40 de las mayores marcas de moda y distribuidoras y se les preguntó sobre la viscosa que utilizan y los sistemas de producción que emplean las fábricas a las que compran. Un tercio de las compañías consultadas  respondieron y  el  resto de  la  información  se obtuvo por otros medios. Muchas marcas no aplican políticas específicas para la viscosa y muchas de las empresas que contestaron a las encuestas no quisieron revelar el nombre de sus distribuidores.

La persistente falta de transparencia en la cadena de suministros del sector  textil implica que  la  información  presentada en este informe no sea sino la punta del iceberg para comprender en qué medida las marcas de moda compran viscosa en fábricas contaminantes. Teniendo en cuenta la alta concentración del sector, es muy probable que la mayoría de estas empresas se abastezcan de las fábricas investigadas. Solo cuando las empresas textiles empiecen a desvelar el nombre de sus suministradoras en cada paso de la cadena de producción, podrá conocerse cuál es el origen de las prendas de viscosa que se venden en todo el mundo y el impacto que su consumo tiene en el medio ambiente. Resulta alentador que marcas como H&M y Zara se comprometan con la transparencia, sin embargo, no es sino un primer paso en el viaje que el sector textil debe emprender para asumir su responsabilidad social y medioambiental y convertirse en una industria verdaderamente sostenible. En muchos casos, las marcas más transparentes son también aquellas que están impulsando con más énfasis un modelo de producción insostenible, con los efectos ecológicos y sociales que esto conlleva para las personas y el planeta.


El sector industrial de la viscosa está tan concentrado y las grandes marcas de moda tienen un poder de compra tan grande que sería relativamente fácil  presionar  a  los  fabricantes  irresponsables  para que cambiaran sus modelos de producción y adoptasen prácticas más ecológicas. Un pequeño grupo de 10 empresas controla alrededor del 70 por ciento de la producción mundial de viscosa, por lo que la transformación en el sector podría hacerse con rapidez y de manera profunda. Algunas de estas compañías han hecho ya algún progreso en este sentido y han dejado de utilizar pulpa de madera no ecológica, como la  que  proviene por ejemplo  de bosques milenarios y de bosques que albergan una gran diversidad biológica. Sin embargo, la transformación de esta celulosa en fibras discontinuas  e hilos  de  filamento  de  viscosa  sigue  siendo  una  “caja  negra” de la que se sabe aún más bien poco. La viscosa se vende a veces como la “fibra del futuro”, una alternativa buena y sostenible al algodón y los tejidos sintéticos. Para que esto sea así, la industria de la viscosa debe acometer grandes cambios en sus sistemas de producción. Las alternativas están ya ahí, ya que la viscosa podría fabricarse con muchos menos químicos tóxicos de lo que lo hace ahora y en un circuito de producción  cerrado  que elimine  la  contaminación.

(Fast fashion: de tu armario al vertedero)


  La demanda internacional de viscosa crece a pasos agigantados por el aumento sin precedentes de la demanda internacional de ropa, impulsada a su vez por el aumento de población y de una emergente clase media en China e India. Dentro de poco habrá que vestir a una población mundial de nueve mil millones de personas y si se quiere hacer de manera sostenible, la producción de viscosa deberá ser tan ecológica como asegura ser. Las marcas de ropa pueden desempeñar  un  papel  central  en  esta  transformación  si  exigen a los fabricantes de viscosa que introduzcan prácticas menos contaminantes y promueven la puesta en marcha de procesos de producción sostenibles. Afortunadamente, algunos productores y marcas de ropa están empezando ya a adoptar nuevos criterios en los sistemas de producción. Estos criterios necesitan ahora adoptarse de manera generalizada y extenderse a todo el sector. Las grandes empresas del textil, con todo su poder de compra, son las más indicadas para conseguir estos cambios y hacerlos perdurar en el tiempo.


Para concluir este artículo dejo un vídeo para que se vea el modo de vidad de las personas que se dedican a esta industria en los países productores, que son aquellos que sufren las consecuencias directas de esta actividad económica tan nociva para el planeta:







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